Monday, January 18, 2010

NUESTRA DERROTA CON FREI

Muy pocas horas han pasado desde que la ciudadanía, en el lenguaje de las urnas, dio su veredicto y quedó claro que mi candidato FREI, no será el Presidente que suceda a Michelle Bachelet. Todavía tengo el sabor agridulce en una boca reseca. Mientras más rápido demos vuelta la página, mejor será para todos. Para ello, asumiendo que la única manera de no repetir errores, es aprender de los pasados, quiero compartir algunas reflexiones.

En esta primera observación de la realidad, me quedo con tres perspectivas que son complementarias y, seguramente con pesos específicos diferentes según la realidad personal de cada cual, pero, en definitiva, para todos, creo que cuentan las tres, que se encuentran, con distintos niveles de impacto, a lo largo de los últimos 10 años.

A. ERRORES POLÍTICOS

1. Caudillismos

La elección de los candidatos en las parlamentarias y municipales, en no pocos casos fue el resultado de tiras y afloja donde lo que menos importó fue la idoneidad técnica de los candidatos nombrados. Esto inevitablemente genera mediocridad en el acceso a la comunidad y, consecuentemente, distancia respecto del proyecto de Gobierno en desarrollo. Acá la responsabilidad de Camilo Escalona, de Adolfo Zaldívar (en su gestión como Presidente de la DC) y por sobre todo, de Guido Girardi en el PPD, desde hace una buena cantidad de años, fue erosionando la credibilidad en la población que depositó su confianza en la Concertación.

La solución va por no sentirse dueño de un partido político, sino responsable de un sueño valórico compartido. Por lo mismo, más que recambios generacionales, imagino un recambio de liderazgos. El tema no es la fecha de nacimiento, sino el genuino predominio del interés común por sobre el interés propio. En este plano, Juan Carlos Latorre, en la DC, me representa plenamente.

2. Manejo de la campaña parlamentaria
En la última campaña (primera vuelta presidencial y la parlamentaria), y también en la municipal anterior, la mayoría de nuestros candidatos/as parecía esconder su origen concertacionista o su militancia partidaria. El sub texto implícito hacia la comunidad es que, ni siquiera nuestros candidatos a líderes creían en su coalición política. Para mi ha sido muy frustrante ver como se ocultaban los colores del partido, los logos se omitían … en realidad, en ese momento ya era predecible perder la presidencial.

3. Peleas absurdas en público
Un caso emblemático fue la “pachotada” de Escalona a Gómez, cuando concluyó la primaria concertacionista. Al margen de que me pareció un despropósito que J.A. Gómez, insistiera hasta el final en su opción cuando todos los números eran claros en que no tenía nada que hacer. Fue tiempo perdido, pero por sobre todo dimos un lamentable espectáculo.
Lo mismo respecto de las discusiones al interior del Parrido Socialista, que terminaron con las renuncias (y posteriores candidaturas paralelas de Arrate y de Henríquez-Ominami). De nuevo las tozudeces personales, hieren decisivamente las confianzas. En realidad, con pesar debemos reconocer que no nos costaría mucho armar un buen listado de “pataletas” que, al margen de su origen, son materia de noticias, en especial cuando la prensa y parte de la TV son parte del engranaje disponible por la derecha.

Es un tema de difícil solución, pero se hace más posible en la medida que nuestros dirigentes, asumen como tales y no se sienten caudillos ominipresentes. Un poco de consecuencia entre dichos y acciones, nunca está demás.

4. Parlamentarios vitalicios?
¿Recuerdan la votación para limitar los periodos ininterrumpidos de los parlamentarios? Bueno, no olvidemos que hubo representantes de la concertación que rechazaron esta iniciativa. Es más, incluso sin Ley, nuestros partidos podrían dar el ejemplo en este plano, pero no lo hemos hecho. En fin, sería bueno no tener tejado de vidrio, pero que lo tenemos, lo tenemos.

En la medida que los cargos de representación popular se transforman en trincheras para el sustento económico del representante, este deja de cumplir su tarea ciudadana y se concentra en “cuidar la pega”. Esto suele llevar a tratar de evitarse conflictos y, la mejor manera de evitarse conflictos, es no haciendo nada … hasta los meses cercanos a la próxima campaña!.


B. ERRORES EN LA GESTION DE LOS GOBIERNOS

1. Cambios de profesionales solo por cambios en los liderazgos intermedios
Con el paso de los años, el concepto “Bien Común”, comenzó a olvidarse y ser reemplazado por los intereses particulares. Cada ministerio, cada espacio social se fue transformando en un botín a alcanzar y a defender de cualquier manera, aunque la mediocridad interna apestara. En esta lucha por conservar un feudo, los líderes designados a veces eran demasiado precarios y, quienes en ocasiones (soy muy claro en sostener que esto no es aplicable siempre, pero, en mi opinión pasó a ser crecientemente significativo) asumieron roles de jefaturas superiores, su único diploma validador era pertenecer a la corte de un determinado dirigente. Lo siento, pero en mi experiencia personal, el que se lleva el mayor pseudo mérito de representantes mediocres, ha sido G. Girardi. Claramente sus competencias no están en el lado de la selección de personal. Por cierto no tiene la exclusividad, pero, en lo de fondo, es que de nuevo se privilegiaba el cuidarse las espaldas, por sobre el Bien Común.

2. Demora en los reemplazos de los cargos sujetos a la Alta Dirección Pública
Si se compara el tiempo transcurrido entre la fecha en que un cargo de la Alta Dirección Pública anuncia en su Servicio, o es notificado por la autoridad competente, de que dejará de desempeñar el rol, y la fecha en que asume el nuevo titular, como promedio nos encontramos con más de 12 meses. Es decir, durante el 25% del tiempo de un mandato presidencial, ese Servicio Público, estuvo liderado por personas transitorias que, por su propia condición de tal, no pueden emprender desafíos mayores, y, además, no tienen la necesaria credibilidad de sus funcionarios dependientes, dado que “pronto saldrá”. Esto es muy grave, es demasiado relevante y explica en alguna medida a los cuestionamientos en las velocidades de reacción de las instituciones públicas. Tales 12 meses se explican en tres situaciones intervinientes:

a. Demora en hacer las peticiones al Servicio Civil.
Suele ocurrir con alguna frecuencia que es el propio Servicio el que dilata la comunicación al Servicio Civil, dado que la Jefatura Superior, prefiero prolongar el tiempo del “Titular Transitorio” (notable la contradicción linguistica), que es una persona designada directamente por tal jefatura. Es decir, en buen castellano, es una forma de bypasearse al Servicio Civil y, con ello, todas sus buenas intenciones de asegurar el ingreso de profesionales realmente de “clase mundial”.

b. Demoras de DIPRES en definir remuneraciones
Raro este tema, pero no son pocas las veces en que, cuando se pregunta porqué tarda tanto un proceso, se recibe como respuesta que la DIPRES no ha definido el porcentaje a pagar a ese cargo por el concepto de “Alta Dirección”. Digo raro, porque debería ser una ecuación aplicable a todos los organismos, que debería procesarse de manera que la respuesta no ocupe más de un par de horas. Pero no, son semanas y meses. Nunca he logrado escuchar una explicación válida que explique este estilo caso a caso y tan dilatado en el tiempo.

c. Debilidad en la gestión del Servicio Civil.
Este no es un texto sobre RR.HH., de modo que baste con señalar que no hacen bien el trabajo. Para fundar este juicio se pueden formular algunas preguntas claves: (1) ¿Cuántos casos de ternas que se proponen a la Presidencia, igual se deben declarar desiertos?; (2) ¿Cuántos casos de concursos abiertos se deben reiniciar por no tener postulantes suficientes?; (3) ¿Cuántos casos de personas seleccionadas, al concluir su primer periodo de 3 años, no se les ratifica en el cargo?; y, por último, (4) ¿Cuál es la tasa de rotación interna en el Servicio Civil?. Si alguien está interesado podrá buscar las respuestas. Les llamarán notoriamente la atención. Por mi lado, anticipo que algo pasa que no hacen bien su trabajo, ni siquiera respecto de su equipo laboral interno. Grave.

En resumen, la comunidad podría tener mejores respuestas, más soluciones, menos explicaciones, estaría más conforme con nuestras autoridades. No lo está, se pone más crítica, escucha la radio y se encuentra reflejada en sus molestias, reclama y, al momento de votar, aún no creyendo en la derecha, nos castiga. Resultado. Frei perdió.

3. Decisiones a espaldas de la comunidad
De nuevo la comunidad. Pero claro, si es la comunidad la que elige a sus representantes y la que espera que ellos los escuchen, le solucionen sus problemas o les expliquen porque algo puede no ser posible aún. No es difícil. Pero implica humildad.

Concordarán conmigo que el mejor ejemplo es el Transantiago. Nadie dudaba que había que cambiar las micros amarillas, pero el diseño seguramente se hizo entre un grupo de gurúes, en oficinas con puertas cerradas, reuniendo estudios hechos por otros gurúes de terreno, pero se olvidaron de consultarle a la gente, a los alcaldes, a, los concejales. Todos vimos lo que ocurrió. Ricardo Lagos hipotecó su opción presidencial pero, mucho más relevante, como Concertación, le hicimos mucho daño a demasiada gente. Lamenté mucho que el chivo expiatorio haya sido el ministro Sergio Espejo, un tipo brillante, un ejemplo a seguir en su calidad moral y consecuencia, pero le tocó estar en el lugar menos indicado y lo asumió con hidalguía (entre paréntesis, debemos recuperarlo para el Sector Público).

Pero no es el único caso. Hay controversias en materia ecológica por todos lados, porque en el inicio de los proyectos no se miraron los problemas desde la perspectiva de los afectados, sino solo de los beneficiados. Y esta moneda debe trabajarse con sus dos caras. Lo que molesta es cuando, por no haber mirado globalmente un tema, tenemos que colocar “marcha atrás” y rehacer caminos, con confianzas erosionadas, personas que se nos alejan, en fin, lo que pasó este domingo 17 de enero.

3. LOS EFECTOS DE LA OPOSICIÓN

1. Sal y agua en el límite
Hay que reconocerle el mérito a la derecha. Durante nuestros Gobiernos, hizo a un lado el mensaje de Juan Pablo II (“Los pobres no pueden esperar”), y, si bien nunca hizo ingobernable a los Gobiernos de la concertación, nunca les privó de la sal y el agua, la que nos permitió ocupar fue una suerte de sal dietética, y agua con gotario, la mínima para que no pudiéramos reclamar con más fuerza las barreras que había que sortear y, de alguna manera (no se cual pudo ser la alternativa) nos llevó a “avanzar en la medida de lo posible” (parafraseando a don Patricio Aylwin). A veces nos tiró salvavidas (por ejemplo en el condoro de la DC, cuando se equivocó y se quedó sin candidatos inscritos), pero luego nos llegaba la cuenta. Así, en cada Gobierno, dimos saltos notables, pero a la vez, insuficientes, siempre quedaban vacíos que, por la conformación del parlamento, rebotaban una y otra vez.

2. El minuto de gloria del dinero
Que duda cabe. El valor del dinero es tan relativo y su impacto tan poderoso. Durante los últimos dos meses, la radio me bombardeaba con los mensajes de Piñera. Cambiaba de emisora y lo mismo. Día tras día. Si esto ocurría en Santiago, seguramente no me equivoco si sostengo que ocurría lo mismo en el resto del país y, muy especialmente en las zonas rurales. La derecha ganó votos por cansancio, por la mimetización con determinados mensajes. Basta con escuchar lo que decía la gente que estaba celebrando y se les preguntaba porqué había votado por Piñera. Sus respuestas eran los mismos mensajes de la radio y de la franja televisiva. Con el capital de la derecha nunca hemos podido competir, menos con la de un multimillonario. En esta línea, hasta por una connotación ética, aún cuando hubiésemos podido disponer de los recursos, estoy seguro que tampoco lo hubiésemos hecho porque esta es otra manera de comprar votos.

Estas tres macro perspectivas (seguramente hay varias más) explican lo que pasó este domingo. La derecha, por si misma, no podía ganar. Chile no es un país de derecha, desde que la “chilenidad” fue defendida a todo pulmón por Manuel Rodríguez.

Pero si nos pueden ganar (de hecho, lo hicieron) si confluyen las otras variables, si en definitiva somos nosotros mismos los que les decimos “adelante”, con cuoteos mediocres, con luchas sin sentido, con liderazgos que se atrofian y se transforman en caudillismos cuyo eje de desempeño es cuidar sus dietas y no hacer su trabajo (ver niveles de asistencia en el parlamento). Cada una por si sola no impacta de manera decisiva, pero la suma de ellas, refleja desgastes y espacios que muy merecidamente nos tienen, a partir del 11 de marzo en la tarde, en la oposición.