Tuesday, January 04, 2011

SUELDOS: COMPARAR LO COMPARABLE

Al margen de lo inadecuado e impropio del twitt de la ex - Vicepresidenta de la JUNJI, Ximena Ossandón, por su rol, y por ya estar sujeta a la mirada crítica de parte importante de la comunidad nacional, parece interesante observar el tema de las remuneraciones en Chile, en especial buscando comparaciones válidas para llegar a conclusiones útiles.

Por el nivel de complejidad y riesgo que conllevan las decisiones que se adoptan en las instituciones públicas, me parece que la única comparación válida es con el rol de los Gerentes Generales de las grandes empresas. Y aún así, la variable “riesgo” estimo que debería implicar una mejor renta para los directivos públicos. Por ejemplo, el Director del Instituto de Salud Pública, debe autorizar o rechazar el ingreso de fármacos al país. Si hace bien su trabajo, se reducen las enfermedades, si se equivoca, las consecuencias pueden ser, literalmente, catastróficas. Más concretamente, la Vicepresidenta de la Junji (nombre del cargo superior) es responsable de la educación inicial de todos los menores del país, a cargo de una organización de más de 10.000 personas. Cada Servicio Público que analicemos, los con muy baja dotación, y los muy numerosos, todos, sin excepción asumen responsabilidades país que exceden las complejidades de las organizaciones privadas, muchas de ellas, por lo demás reguladas por estos organismos de Gobierno, de modo de evitar que ocurran hechos indeseables.

Entonces, los sueldos del titular principal de una institución pública, deben ser comparados, en estricto rigor, con los de un gerente general de una gran empresa, a lo menos. Los $3.700.000 que ganaba Ximena Ossandón, deben ser comparados con los $13.000.000 que ganan los ejecutivos superiores (Deloitte 2009).

Visto así, la señora Ossandón tenía razón con su juicio de “reguleque” de su sueldo. Lo malo para ella es que lo dijo en el lugar, momento y contexto equivocado.

Ahora bien, que la brecha entre el sueldo superior y el inferior, tanto en el mundo público como en el privado es agresivamente insultante, éticamente inaceptable, es cierto. Es parte de los grandes desafíos país que tenemos por delante.

En el sector privado, los MM$13, deben ser comparados con el sueldo mínimo ($172.000), es decir, el sueldo de un gerente general, es equivalente a la suma del sueldo mínimo de 75 de sus colaboradores.

En el sector público, la distancia es tremenda pero muy distinta a la del mundo privado. De hecho, ningún funcionario público gana el sueldo mínimo. En las escalas más bajas ocupadas, los “auxiliares”, ganan $214.554 (en el mismo caso de la Junji), lo que comparado con los M$3.729.923 que conocimos de X. Ossandón, implica un total de “sólo” 17,3 veces. Y ojo, que me parece que la Junji es el Servicio Público en que, sus sueldos más bajos, son efectivamente los más bajos de toda la Administración Pública Chilena. En la gran mayoría de los Ministerios, el piso está muy por sobre ese umbral.

En el sector público, no necesariamente están los peores sueldos (concordemos que esto no es “consuelo” de ninguna naturaleza). De hecho, es inmensa la cantidad de personas del mundo privado que gana el “mínimo”. Ninguna en el Sector Público. Los profesionales recién titulados, acceden a mejores sueldos (aunque mucho más inestables porque con frecuencia son a honorarios o contrata) en el sector estatal. A nivel de administrativos y técnicos, la situación, a nivel de grandes promedios es seguramente muy similar en ambos sectores. La brecha se dispara y hace insostenible a partir de los profesionales con experiencia y, por cierto, en todos los niveles de las jefaturas, asunto especialmente grave dado que se trata del segmento responsable de diseñar y operacionalizar todas las estrategias de mejoramiento del país, desde el rol del Gobierno.

Tal vez deberemos agradecer a la renunciada vicepresidenta de la Junji que se abra una reflexión en serio sobre esta materia, de modo que las brechas se reduzcan, comparando comparables, para avanzar hacia el lograr estructuras de compensaciones éticamente más razonables para todo el sector laboral del país.

Por lo demás, el tema de la inequidad social que conlleva esta inaceptable brecha entre los sueldos más bajos y los más altos, está en el eje medular de los conflictos sociales que hacen inviable cualquier esfuerzo en serio para poder declararnos “desarrollados” más allá de los afanes populistas de algunos dirigentes políticos