Wednesday, October 25, 2006

¿Plaza de la Ciudadanía?

En una entrevista publicada por el periódico “El Periodista” en su edición del 16 de septiembre de 2005, el Arquitecto Cristián Undurraga, que es citado como quien lidera el proyecto de construcción de la Plaza de la Ciudadanía, señala lo siguiente:

Santiago “Es una ciudad muy dispar: encantadora y trágica, acogedora y segregadora. Y allí, en la segregación, yo veo un conflicto muy serio. Santiago segrega a los pobres, los expulsa a la periferia y eso hay que corregirlo. Es una ciudad poco equitativa y, paradójicamente, el espacio urbano es sin duda el espacio más propicio para la equidad. También es una ciudad que tiene una geografía muy interesante, con cordilleras por ambos lados, pero que la contaminación no deja ver. Confío que para el Bicentenario recuperemos la geografía para la ciudad, la ciudad para los ciudadanos y desterremos para siempre la política de segregación. Soy optimista, en todo caso”.

Poco más de tres meses después de esta publicación, el 23 de diciembre, se inauguraba oficialmente esta Plaza. Costó 15 millones de dólares en sus tres fases.

En este post, me interesa comentar solo lo que es la Plaza en su sentido más estricto, es decir, a lo que en el proyecto se denominaba la Explanada.

La Real Academia de la Lengua Española (RAE) define “plaza”, en su primera acepción como un “Lugar ancho y espacioso dentro de un poblado, al que suelen afluir varias calles”. Este significado no aporta mucho al análisis, pero si valida el concepto, desde una perspectiva de ubicación geográfica.

La segunda acepción de la RAE, ya nos acerca más a lo que tradicionalmente en el país hemos entendido como plaza: “…donde se venden los mantenimientos y se tiene el trato común de los vecinos, y donde se celebran las ferias, los mercados y fiestas públicas”. Es decir, es un sitio de confluencia de personas, de los habitantes de un lugar. Es cosa de visitar cualquier rincón del país para validar este concepto, sea en nuestra Plaza de Armas, en la hermosa plaza de Copiapó o de Chillán o en la árida plaza en relieve de la ciudad de El Salvador, en la precordillera, en todas esto es así, plaza es sinónimo de gente.

La plaza que estoy comentando, también tiene apellido, y un apellido de alcurnia social, es la PLAZA DE LA CIUDADANÍA.

La RAE define a ciudadanía como (1) “Cualidad y derecho de ciudadano”; o (2) “Conjunto de los ciudadanos de un pueblo o nación”.

Es decir, en esta Plaza de la Ciudadanía debería ser, evidentemente, un lugar para que estén los ciudadanos de nuestra nación, asunto que, aún en su obviedad calza de manera impecable con lo que decía Cristián Undurraga en septiembre del 2005, en cuanto a que debería ser una contribución a la reducción de la segregación de la gente.

Pero, ¿ha sido así?

Antes de ayer, ayer, hoy, y sin ser adivino puedo sostener que también mañana, esta Plaza de la Ciudadanía está cercada por rejas de esas anti protestas y antiestéticas por donde se las mire, para que prácticamente no entre nadie, como no sea por dos espacios laterales, al lado del Palacio de Gobierno, por Teatinos y Morandé, donde, para ingresar, casi se puede sentir la respiración del carabinero de turno.

Así, la Plaza de la Ciudadanía, hoy por hoy, es, en estricto rigor, anti ciudadanía, pues la “ciudadanía” que transite por esos lugares, en realidad lo hace por callejones en que, de un lado están las rejas mencionadas, y, por el otro lado, el enjambre de micros amarillas, que circulan bajo el ritmo de bocinazos perseverantes.

Le pregunté al carabinero de turno porqué había rejas hoy. La respuesta fue: “por razones de seguridad”. Le consulté “y ayer”. La respuesta … “por lo mismo”.

¿La seguridad de quien?. ¿De la ciudadanía? Si es la Plaza de la Ciudadanía y está enrejada, debe ser, entonces, para proteger a la ciudadanía. Entonces, qué es o quien es la ciudadanía, ¿qué soy yo y el resto de quienes caminamos por el callejón periférico?.

Harto Kafkiano el asunto.

¿O será simplemente que, al final de cuentas el concepto aplicable no es este, sino que la tercera acepción que nos provee la Real Academia de la Lengua Española?, es decir, “Lugar fortificado con muros, reparos, baluartes, etc., para que la gente se pueda defender del enemigo”.

Claro que acá el asunto es más serio, pues significa que soy parte del enemigo.

Lo siento, soy absolutamente concertacionista, pero no puedo dejar de sentir vergüenza por la incapacidad de quitar rejas incluso a los lugares que, por definición, convicción y doctrina, deben entenderse como lugares públicos, anti segregación.

Este año han salido al mercado estampillas y sellos postales con esta Plaza de la Ciudadanía.

Por mi lado, creo que resuelta más rentable para la salud mental el que salgan de circulación estas rejas que encarcelan al refugio natural de la convivencia humana, la plaza.