Independientemente
del nombre estructural (Departamento, Gerencia, División, Unidad, Area, etc.) la
denominación del lugar que es responsable de la gestión del trabajo de las
personas que se desempeñan en una organización, puede decir mucho acerca del
foco e importancia que se le asigna a los trabajadores de ese lugar. En efecto,
incluso el nombre de esta columna llevar a establecer una impresión del lector,
acerca de su contenido. Esto es ineludible. Las personas vivimos otorgándole significado
a todo lo que vemos y/o percibimos, es parte de nuestra esencia analítica,
racional y lógica.
Los
nombres siempre tienen una finalidad de llamada
de atención, que buscan provocar y orientar la curiosidad del observador. Es
una suerte de promesa de contenido. En el caso del título de este post operé así.
Pude colocar otro nombre, pero imaginé que el que aparece, podría implicar más
personas que se detuvieran a ver que hay detrás, o bajo, él.
Vuelvo
al tema. Me pareció interesante observar como se denominan realmente las áreas
de RR.HH. (lo empleo en genérico porque sospecho que todos entienden a que me
refiero con ello). En este caso, la gama es notablemente amplia, asunto que lo
hace harto más diferente al resto de las líneas organizacionales. Con un
agregado: los cambios de las denominaciones tienen mucho que ver con la evolución,
en el tiempo, del rol e importancia que las organizaciones le otorgan a sus
equipos de trabajo, más allá del panfletero
discurso de que “los trabajadores son el recurso más importante de la empresa”.
En mi opinión, la ruta nos lleva por las siguientes denominaciones:
Empleos. Denominación inicial, a partir de la
inclusión de este rol como materia propia de la gestión de empresas, desde
fines del siglo XIX, o antes. Su esencia laboral se agotaba en la suscripción
de contratos y finiquitos, más la operación de las mínimas prestaciones
laborales extra sueldo. En esta época, los niveles de escolaridad eran en
general precarios, los trabajos fundamentalmente demandantes de esfuerzo físico
y los trabajadores sumamente sumisos a las decisiones de los “patrones”.
Relaciones Industriales. Expresión que nació al alero de
faenas que se realizaban fuera de las urbes residenciales, de modo que al
trabajador no sólo se les debe proveer de los elementos para el trabajo sino
que, además, de las condiciones para que pudieran residir durante largo tiempo.
En Chile fundamentalmente en la industria minera, y en menor medida, la industria
maderera. Se amplía la importancia del área dado que suma la responsabilidad
por “beneficios” asociados a vivienda, en general a todo lo propio de
campamentos laborales, sumando a la familia de cada trabajador. En paralelo
crecen los beneficios directos para el trabajador, como estrategia para captar
y retener personas de buen desempeño, atenuando el rechazo por la distancia de las
ciudades y su gama de ofertas para la vida extra trabajo.
Personal. Expresión que se desarrolla a partir de la
escuela de relaciones humanas (Fundamentalmente desde los escritos de Elton
Mayo, luego de sus hallazgos en el conocido “Experimento de Hawthorne”), donde los factores motivacionales
comienzan a reconocerse como un elemento sustantivo para el desempeño laboral.
En este contexto, se aumentaron los beneficios y/o derechos para los
trabajadores (vacaciones, licencias, permisos, bonos variables, capacitación,
etc.). En esta etapa surge la profesionalización del rol, dado que la
diversidad temática requirió una especialización mayor y distinta de otras
áreas del conocimiento.
Gestión de Personas. Se comenzó a utilizar al reconocer
en la fuerza laboral una contribución que, con mucho, trasciende al concepto de
“recurso”. Al hacer esta distinción se valoró el potencial ilimitado de cada
persona que trabaja en una organización, a diferencia de los recursos,
propiamente tales que, por definición, tienen un potencial absolutamente
limitado a su capacidad intrínseca, instante en que resulta imposible lograr
algún tipo de aporte adicional.
Gestión del Talento. Comenzó a aparecer en los
organigramas cuando adquirió relevancia el enfoque por competencias. En efecto,
a esta dimensión, que le otorga enfoque y sistematicidad al desarrollo de los
equipos de trabajo, se le incorporan las variables de compromiso
(involucramiento con las finalidades estrategias de la organización laboral) y
de poder (empoderamiento para hacer lo que deba hacer), como aspectos
fundamentales que deben estar a la base de cualquier proceso de gestión del
trabajo de las personas. En definitiva, implica un enfoque ligado directamente
a la necesidad de resultados y al despliegue de las capacidades que se
requieren para ello. El tema lo han abordado distintos autores como, por
ejemplo, Pilar Jericó, en su trabajo “Gestión del Talento”.
Capital Humano. Esta denominación emergió con el
crecimiento de las tasas de rotación en las organizaciones. Dicho aspecto, en
un ambiente empresarial cada vez más competitivo, donde suelen retirarse
primero las personas más valiosas (y por lo mismo, aquellas que los empleadores
menos desean que se retiren) provoca “sangrías” relevantes en los procesos
productivos. Este hecho es esencialmente significativo porque la persona,
cuando se retira, se lleva consigo todo su bagaje laboral, todos sus
conocimientos. De ahí que se entienda que un contrato de trabajo es, por sobre
todo, un contrato de arrendamiento de los conocimientos. Hacerse cargo de esta
realidad, fortalecer los esfuerzos para que los conocimientos se traspasen a
más colaboradores, pasa, entonces, a ser una tarea vital de la cual hay que
hacerse cargo de manera sistemática … y muy rápida. Esta mirada de
“rentabilidad temporal” es expresada como Capital Humano por Gary Becker.
A
estos nombres, se puede agregar una amplia gama complementaria que, o bien
adapta algunas de las ya mencionadas (por ejemplo, en vez de “Gestión de
Personas”, se puede encontrar ”Gestión
de Personal”) o bien, ocupan nombres que aún no tienen una recurrencia
significativa (estos van desde, por ejemplo, “Desarrollo Organizacional”, pasando por el concreto ”Personas”, hasta “Gestión de la Felicidad”, en el otro extremo).
En Chile, en el Sector Público, si bien a fines
del siglo pasado predominaba la expresión “Personal” (muy cerca del 100% de los
casos), actualmente corresponde solo al 24%. La expresión más habitual es “Recursos
Humanos” (38,4%). El resto se distribuye entre las otras denominaciones
mencionadas y un 20,8% en que la función aún permanece subsumida en cargos más
globales (Administración y Finanzas, por ejemplo). A nivel del Sector Privado,
de una muestra de 122 casos, muy representativa de la gran empresa, en especial
sectores servicios y manufactura, solo un 5% ocupa la denominación “Personal” y
el 66,3% la denomina “Recursos Humanos”. Me parece que en los próximos años,
ninguna de estas dos denominaciones liderará estadísticas de esta naturaleza. Mis
fichas las coloco en nombres que aludan al “talento” y, años más adelante, a “felicidad”