Sunday, November 06, 2005

Mi amigo Murphy

Es seguro que cuando el Capitán Ed Murphy, en 1949, dijo “Si hay alguna manera de hacer las cosas mal, lo hará” (lo dijo en inglés), cuando se encontraba reclamando porque unas pequeñas piezas defectuosas, arriesgaban todo un proyecto de aterrizajes de emergencia, por un pequeño error de cálculo, jamás pensó que estaba creando al mejor trabajador del mundo y sus alrededores.

En efecto, cuando, según declara George Nichols, Gerente de ese proyecto, él denominó a dicha afirmación del citado capitán como la “Ley de Murphy”, creó una nueva ley de esas sociales (también denominadas leyes de la naturaleza, dado que no pueden ser discutidas ni inventadas, sino solo descubiertas), que no han pasado por método de investigación científica alguna, pero que tienen un valor innegable. Pronto se declaró la Murphylogía y, en su honor, es posible escribir las más notables explicaciones de porqué las cosas salen mal en mérito de este personaje conocido mundialmente.

“Si algo puede salir mal, saldrá mal”

“Si hay dos situaciones por las que algo puede fracasar, sucederá la más grave de ellas”

En fin, hay libros al respecto. Lo más notable es que la fuerza de esta Ley ha detonado una suerte de fiebre para detectar variables de la cotidianeidad y llevarlas a un contexto de leyes o principios. Por ejemplo, es bueno no olvidar la Primera Ley de Parkinson, aquella que señala que “el trabajo se dilata hasta ocupar la totalidad del tiempo disponible. Al menos a mi me hace mucho sentido porque me tropiezo con esta realidad a cada rato. Si quien está leyendo esto, quiere profundizar, le sugiero el libro “Ley de Murphy y otras razones porque las cosas salen mal” de Arthur Bloch, Editorial Diana, México, 1980. (De ahí extraje el origen del nombre).

Pero volvamos a mi amigo Murply. Me volví su amigo cuando me convencí que no podía competir con él. Apenas, tratar de pensar como él. Por lo demás, seguramente es el mejor y más ideal de los trabajadores que se quisiera cualquier organización. Fíjense: Trabaja las 24 horas del día, durante los 365 días del año, de todos los años. No pide vacaciones, no sale con licencia por estress, no se cansa, en fin, siempre y por siempre presente. Pero no basta ese atributo para poder declararlo como el mejor trabajador del mundo. Falta lo mejor, y díganme si no lo tiene también. Es insuperablemente creativo. Por más esfuerzos que se hagan, siempre aparecerá de manera original, sorpresiva. Si en este momento se cortara la luz, justo cuando no he “guardado” lo que llevo escrito, sería el mismo Murphy que demostraría que está siempre, aun cuando se escribe de él. Por lo mismo, como soy, o pretendo ser, su amigo, trato de pensar como él, estoy escribiendo en el notebook, con la batería a plena carga. Pero claro, como además es veleidoso, nunca llega cuando se le espera. No por ser mi amigo pasa a ser menos insoportable.

Ser amigo de Murphy, para mi al menos, implica el sentirse siempre acompañado por él, pensando en cómo podría estar pensando este atípico amigo, en fin, pensando en cómo, lo que estoy haciendo, pensado o planificando puede fallar. Y en esta amistad he ido cultivando algunos aprendizajes:

1. Mejor en equipo que sólo. Cuando es un equipo de verdad (no un grupo de personas) el que está detrás de un objetivo, es mucho más fácil explorar posibles variables entrópicas para su logro y, también, son más las cabezas pensantes que pueden articular cursos de acción para superar las dificultades.

2. No respetar la Primera Ley de Parkinson (la expliqué algunos párrafos arriba). De este modo, si se termina antes del tiempo límite, siempre quedará espacio de reacción si a mi amigo se le ocurre aparecer. Al terminar junto con el pitazo final, si algo falló, ya falló y nada puedo hacer, como no sea maldecir a mi amigo. (La Ley de Murphy acerca de la Termodinámica establece que “Las cosas empeoran cuando están sujetas a presión).

3. La soberbia profesional es como inyectarse a Murphy en las venas. En estos casos, sin siquiera moverse del escritorio Murphy alcanza su máximo esplendor, porque es esa soberbia la que enceguece a las personas y las hace caer una y otra vez. Con el agravante de que, como en su soberbia piensan que el error es culpa de otros, siguen tal cual, cayéndose de nuevo. Sería cómico si no fuese que esos errores afectan siempre a muchas otras personas. Es como para brindar por Murphy y su inteligencia.

4. Tratar de mantenerse vigente. Esto es muy importante para que mi amigo Murphy no haga suyas equivocaciones que tienen que ver solo con el relajo intelectual, originado en caer en la tentación de solo hacer las pegas, sin enterarse de lo que está pasando alrededor de uno. Digo “tratar de mantenerse vigente” porque a la velocidad que se genera la información y el conocimiento, en los más diversos idiomas y latitudes, apenas, con un tremendo esfuerzo, se logra asomar la nariz a todo lo que uno quisiera saber.

5. PLAN “B”. Creo que es la enseñanza principal. La madre de las enseñanzas. Mientras más nos importe algo, más debemos tener pensados cursos alternativos de acción ante la eventualidad de que no todo sale como se ha planificado. Cuando tenemos nuestro Plan “B” articulado podemos comenzar a estar más tranquilos. Caso contrario, cualquier imprevisto, cualquier contratiempo nos acelerará más de lo necesario, nos restará la calma necesaria para pensar de manera global y, seguramente, si se le ocurre aparecer a Murphy, nos encontrará tan ocupados o absortos en los otros inconvenientes que se dará, una vez más, un festín a costa nuestra.

Sin duda hay más aprendizajes, pero pensando como Murphy, si este post sale más largo, serán cada vez menos los lectores de él. Prefiero que sean ustedes mismos los que, si quieren, aporten más lecciones. En una de esas, también se hacen amigos o amigas de mi amigo.

Pero como Murphy no descansa, es seguro que este texto lo leerán las personas a las que le pudo haber sido útil, cuando ya no lo necesitan, porque lo que se pudo corregir con su lectura, ya falló.


No comments: