Tuesday, November 23, 2010

MENOS HORAS, NO MÁS HORAS PARA LOS PROBLEMAS EN LENGUAJE Y MATEMATICAS


El Ministro Lavín ha justificado en carencias detectadas en las áreas de lenguaje y matemáticas, la decisión de reducir las horas de Historia. Creo que hay que hacer exactamente lo contrario.

El gran tema es qué y cómo aprenden los niños. Preguntémonos, entonces, cómo hemos aprendido los aspectos fundamentales de nuestra vida. ¿Cómo aprendimos a caminar? ¿Cómo aprendimos a leer? ¿Cómo aprendimos a escribir?.

La respuesta no es compleja. Lo logramos de tanto practicar, equivocarnos, caernos y pensar porqué nos caíamos, porqué nos equivocábamos. Aprendimos a caminar porque queríamos ir más allá, más rápido. Aprendimos a leer porque queríamos leer los cuentos que nos leían los mayores, aprendimos a escribir porque veíamos que en la familia los grandes lo hacían y nosotros también queríamos hacerlo. Aprendemos porque queremos hacerlo; y queremos hacerlo porque le encontramos sentido a dicho nuevo aprendizaje.

Este es el punto de fondo: el aprendizaje es el resultado de la necesidad y la práctica sostenida. A ello se le suma el conocimiento del profesor. Pero la educación suele ir al revés. Primero el conocimiento y luego, mucho después, el alumno tal vez le encuentre la finalidad práctica a lo que aprendió … si es que aún recuerda algo de ello.

El profesor en el colegio, o los padres, o los hermanos mayores, son fundamentalmente facilitadores expertos para ayudar al niño a lograr sus motivaciones preliminares.

Por lo tanto, con más horas de lenguaje o de matemáticas, simplemente seguiremos tratando de forzar aprendizajes que, fuera de su contexto natural, duran lo que dura el tiempo de estudio para una prueba y, de ahí, al olvido.

Propongo una acción totalmente distinta: Reducir las horas de lenguaje y matemáticas y aumentar las horas de comprensión del medio social y comprensión del medio natural, (en mi época: historia y ciencias naturales).

Y claro, implica que los profesores de “historia y ciencias” deberán volver a estudiar para rediseñar su manera de hacer las clases. Deberán pedirles a los alumnos que investiguen más, que escriban más, que presenten más resúmenes, que expongan más ante sus compañeros de curso, que distingan entre juicios y afirmaciones, que debatan más respecto de los temas de cada contenido de historia … en suma, que usen el lenguaje como su principal herramienta para comunicarse de manera fluida, constante, y orientada a objetivos concretos.

Del mismo modo, deberán pedirles que analicen cuantitativamente los fenómenos, que analicen porcentajes, que construyan conclusiones numéricas, que observen las tendencias de los fenómenos sociales y naturales, en fin, que el aprendizaje surja de las reflexiones profundas de fenómenos que les resulten interesantes, desafiantes, ilustradores, por sobre todo, iluminadores.

Solo de esta manera, usando el lenguaje y las matemáticas como un medio para lograr objetivos diversos, se fortalecerá el desarrollo de esta debilidad. Mientras veamos al lenguaje y las operaciones matemáticas como fines en si mismas, seguiremos gastando horas y horas del valioso tiempo de la vida de nuestros hijos, aún niños.

Los profesores deben ser especialistas no solo en un área del conocimiento, sino que deben tener los dominios de lenguaje y matemáticas que les permitan ser, en serio, maestros formadores de nuestros hijos.

Una reforma educacional que siga enfocada en la enseñanza, olvidando que el eje debe ser el aprendizaje, está condenada a fracasar en su fin último

Hay mucho por hacer, pero como diría Peter Drucker, es fundamental hacer lo correcto, más que hacer correctamente cosas que no tiene sentido hacer.

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