Saturday, April 15, 2006

SERVICIO CIVIL: Punto de quiebre, Parte 1

Cuando se dio la partida a la Dirección Nacional del Servicio Civil, el 17 de enero de 2004, para quienes hemos sido testigos del desarrollo de nuestra Administración Pública, vimos con optimismo una nueva ruta de mejoramiento, destinada a acelerar la profesionalización de la “función pública”, sacándola, en una cantidad importantes de casos, del sórdido libre albedrío que se traducía en “gallitos políticos” para instalar a “representantes” del partido político que estimaba, de más o menos buena fe, que en el cuoteo (fea palabra) les correspondía.

Estoy convencido que, ciertamente, el Gobierno que elige toda la comunidad por votación popular, debe contar con un equipo de líderes que estén sintonizados con el mismo proyecto o sueño de país. Pero de ahí, a que eso implique transformar a los cargos públicos en una gran torta en la cual todos pujan por una tajada, hay mucha diferencia. Demasiada diferencia.

(Para no dejar dudas, aclaro desde ahora que yo, como buen democratacristiano, soy 100% concertacionista, de modo que no escribo desde ninguna herida política, sino desde mi posición de espectador interno de una realidad).

Por eso la alegría y optimismo por nuevos tiempos que trajo la aparición de la Dirección Nacional del Servicio Civil (DNSC).

Pero ya no hay tantos espacios para mantener estas sonrisas. En este post y en el siguiente quiero aludir a dos aspectos que, perfectamente, si no se asumen y corrigen, pueden llevar a que esta Institución Pública, pase a la historia como la de más efímera existencia.

Demos un pequeño contexto. La DNSC, opera en torno a dos grandes ámbitos de trabajo. Uno, referido a apoyar a la gestión de los recursos humanos de las distintas entidades gubernamentales. La otra, denominada Sistema de Alta Dirección Pública (SADP) orientada a liderar y hacer trasparentes los concursos para proveer las vacantes que se generen en las Jefaturas de los Servicios Públicos y en sus correspondientes segundas líneas jerárquicas. Es en este segundo ámbito donde veo el germen de la posible debacle de la idea.

Primer aspecto: Tiempos y calidad en la resolución de concursos. En toda organización es difícil pasar durante 2 o 3 meses sin una secretaria renunciada y, con mayor razón, sin un profesional que se cambió de trabajo. Es clara entonces la labilidad del sistema si la vacante que tarda en proveerse es correspondiente a la administración superior del organismo. No cuesta, entonces, apreciar el daño que se provoca cuando alguno de los cargos, bajo la competencia del SADP, tarda, 3, 4, o más meses en dar con una terna de candidatos idóneos para la decisión de la jefatura superior. Sospecho que no se requiere mayor argumentación para entender la gravedad del punto.

Pero, el actual diseño con que opera el SADP, tiene una segunda arista de riesgo. Hace algún tiempo hablaba con un amigo que postuló a un cargo de segunda línea, de un Servicio de Salud del sur de nuestro país. Me contaba que lo citaron 8 veces (ocho veces) a entrevistas en Santiago, con la consultora externa elegida por el Servicio Civil para que los apoye en esta tarea de selección de los más idóneos.

Me parece insólito, en realidad absurdo y abusivo un proceso “técnico” que tenga esta dinámica de trabajo. Salvo que, en la agenda oculta de selección, estuviera el encontrar a una persona con solvencia económica suficiente. Y/o, también como agenda oculta, que se estuviese buscando a una persona residente en Santiago, cesante y sólida económicamente, dado que, caso contrario, ocho viajes consumen muchos días de permisos o de vacaciones, para quienes están con empleo.

Este solo aspecto, incorpora una dosis de mediocridad al proceso, descartando, posiblemente, a personas muy capaces, pero que, como la mayoría de los chilenos, no tienen billetera suficiente para financiarse tantos viajes, o están en trabajos en que no da lo mismo que esté o no en su puesto laboral. ¿No debería ser al revés esto de los viajes?. ¿No hay consultoras calificadas, fuera de Santiago?. Por si a alguien le interesa, al final mi amigo no quedó, y fue elegida una persona que vivía en Santiago.

En alguna ocasión futura, a lo mejor escriba de las consultoras con las que trabaja la DNSC. Las hay excelentes, lujo de calidad y garantía de sus resultados, pero también tienen de las otras, de aquellas que ni siquiera revisan las referencias de trabajos recientes efectuados por el postulante en otros Servicios Públicos, asunto que no nos puede resultar indiferente. Pero este aspecto da para otro post, no tan urgente, porque la crisis potencial no creo que se detone por este aspecto.

Solucionática. Entro a un terreno más duro, porque hablo desde mi tribuna de espectador, con un claro desconocimiento de los circuitos internos que explican esta demora, medida en meses, hasta resolver una vacante. Pero, igual, como este es mi espacio privado de reflexiones, me auto otorgo el derecho a opinar. Y opino que al sistema le “llora” una revisión del proceso con el que trabajan.

Sospecho que con sólo dotar de mayor autonomía al proceso de construcción del perfil del cargo y del llamado a postular, sin que se deba esperar a que designe a la Comisión que verá el caso, el tiempo de demora se reduciría en un 50%, sin castigar en ningún aspecto la calidad del resultado.

¿Alguien observó que, en febrero, casi (escribo “casi”, para dejar la opción a algún caso que yo no vi), no hubo publicaciones de nuevos concursos por parte de la DNSC. Y las vacantes, seguramente seguían ahí, latentes, no de vacaciones. Al menos conozco 3 casos. Obvio. Los posibles integrantes de las comisiones seguramente vacacionaban. Merecido desde luego, pero este aspecto no puede, no debe retrasar la solución a las demandas de los Servicios.

Si la DNSC no revisa este aspecto, los Servicios Públicos le darán pronto a esta novel institución, el galvano a la ineficiencia.

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