Sunday, September 04, 2005

estrellas, futbol, equipo, sinergía


Me la voy a jugar, de modo que la hora de esta reflexión es importante, en tanto es previa al partido por las clasificatorias del mundial, entre Chile y Brasil.

Y, si alguien lee esto desde otro país, aclaro que soy chileno y me gusta el futbol.

Al ver la televisión los últimos días, creo no haber encontrado ni siquiera un "experto" comentarista deportivo, que se saliera, casi como de un guión preescrito como "bando comunicacional", de un mismo y fatalista discurso. Pero cuando, anoche me encontré con la reflexión de Julio Martínez, nuestro octogenario (literalmente) especialista en futbol, repitiendo el mismo "bando", del tipo: a nuestro equipo solo le pedimos que tengan un comportamiento decoroso, que el seleccionado de Brasil no nos humille, y todos los etcéteras reiterativos que se puedan esperar para llenar los minutos de pantalla, explicando ex ante el tenor de la derrota que sí o si, deberemos registrar en las estadísticas, me pareció todo un exceso.

Estoy intentando que este blog sea para escribir de temas organizacionales, desde la perspectiva de las personas, y este discurso letánico (de los quen se suponen que saben y nos orientan) referido al partido de un rato más, me parece un buen ejemplo, de que un jugador, más otro jugador, por muy bueno que cada uno sea, no implica por si mismo, hacerse cargo de todo el potencial del trabajo en equipo, ni, consecuentemente, una derrota flagelante para el equipo contrario.

Por el contrario, muchos talentosos, concentrados más en autodisfrutar de sus propios talentos, tienen muchas más posibilidades de fracasar que un conjunto de jugadores, con los talentos suficientes para que sean representativos nacionales, si estos últimos se concentran en no olvidar que el futbol es un juego de EQUIPO, así, con mayúscula. Y en un juego de equipo, las posiblidades de éxito, si bien pueden decantarse con alguno de los destellos de talento (casi sobrenatural podrán decir algunos) de los jugadores de Brasil, también puede inclinarse hacia Chile, si predomina la lógica del juego colectivo, con total atención a no cometer errores, a aprovechar las oportunidades que se generen el periodo, a apoyarse unos con otros, a no recriminarse durante el partido, en fin, es lo mismo, que la gestión de cualquier organización en un determinado lapso. Brasil lo sabe bien, en todo caso, porque lo vivieron en carne propia frente a Uruguay en el mundialmente recordado "Maracanazo".

Entonces, me parece absurdo este fatalismo pre partido. Es como que, antes de abrir el negocio, ya demos por descontado que estaremos quebrados al concluir el día.

Lejos prefiero el enfoque opuesto, el que el cine populatizó con "My fair lady", el que algunos escritores llaman el efecto Pigmaleón. Y también opto por las reflexiones de K. Blanchard y S. Bowles, que describen tan académicamente en su libro "Choca esos Cinco" (Edit. Grijalbo) a propósito de un equipo de hockey sobre hielo, y de la gran distancia que hay entre el ser parte de un equipo y ser, por el contrario, un lobo solitario. De hecho, en ese libro, el equipo comienza a desplegar todas sus potencialidades y fortalezas cuando la única "estrella" no integra a los titulares que ingresan a jugar sus partidos.

Si esto es así, es cierto que podemos perder y es cierto que nos pueden meter la pelota hasta en el bus de retorno al hotel, pero también podemos empatar, también podemos ganar, en fin, nada está escrito y podemos ver el partido con la razonable expectativa de que nuestro equipo, sea mejor que el equipo local. Por lo demás, serán once personas frente a otras once personas. ¿Les suena la palabra sinergía?

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