Wednesday, September 29, 2010

Mi amigo Murphy - El mejor trabajador del mundo

Es seguro que cuando el Capitán Ed Murphy, en 1949, dijo “Si hay alguna manera de hacer las cosas mal, lo hará”, cuando se encontraba reclamando porque unas pequeñas piezas defectuosas, arriesgaban todo un proyecto de aterrizajes de emergencia, por un pequeño error de cálculo, jamás pensó que estaba creando al mejor trabajador del mundo.

“Si algo puede salir mal, saldrá mal”

“Si hay dos situaciones por las que algo puede fracasar, sucederá la más grave de ellas”

Lo más notable es que la fuerza de esta Ley ha detonado una fiebre para detectar variables de la cotidianeidad y llevarlas a un contexto de leyes o principios, una suerte de folclor administrativo.

Me volví su amigo cuando me convencí que no podía competir con él. Por lo demás, seguramente es el mejor de los trabajadores:

Trabaja las 24 horas de los 365 días del año, de todos los años. No pide vacaciones, no se enferma, no se cansa, siempre y por siempre presente.

Pero no basta ese atributo para poder declararlo como el mejor trabajador. Falta lo mejor. Es insuperablemente creativo. Por más esfuerzos que se hagan, siempre aparecerá de manera original, sorpresiva. Siempre encuentra el espacio, la forma y el momento para hacernos daño. Por lo mismo, como además es veleidoso, nunca llega cuando se le espera. No por ser mi amigo pasa a ser más tolerable.

Ser amigo de Murphy, implica sentirse siempre acompañado por él, pensando en cómo podría estar pensando este atípico amigo, pensando en cómo, lo que estoy haciendo, pensado o planificando puede fallar. Y en esta amistad he ido cultivando algunos aprendizajes:

1. Mejor en equipo que sólo. Cuando es un equipo sólido el que está detrás de un objetivo, es mucho más fácil explorar posibles variables alternativas para su logro y, también, son más las personas que pueden articular cursos de acción para superar las dificultades.

2. No respetar la Ley de Parkinson. (Esta ley señala que las personas tienden a hacer su trabajo en el máximo tiempo disponible para su ejecución). De este modo, si se termina antes del tiempo límite, quedará espacio de reacción, si a Murphy se le ocurre aparecer. Al terminar justo en el minuto final, si algo falló, ya falló y nada puedo hacer, como no sea maldecir a mi amigo. (La Ley de Murphy acerca de la Termodinámica establece que las cosas empeoran cuando están sujetas a presión).

3. La soberbia profesional es como inyectarse a Murphy en las venas. En estos casos, en que nos suponemos infalibles e impecables a todo evento, Murphy alcanza su máximo esplendor, porque es esa soberbia la que enceguece a las personas y las hace caer una y otra vez. Con el agravante de que, como en su soberbia piensan que el error es culpa de otros, siguen tal cual, cayéndose de nuevo. Sería cómico si no fuese porque esos errores afectan siempre a muchas otras personas. Es como para brindar por Murphy y su inteligencia.

4. Tratar de mantenerse vigente. Esto es muy importante para que Murphy no haga suyas, equivocaciones que tienen que ver solo con el relajo intelectual, originado en la tentación de solo hacer el trabajo específico, sin enterarse de lo que está pasando alrededor de uno. Digo “tratar de mantenerse vigente” porque a la velocidad que se genera la información y el conocimiento, en los más diversos idiomas y latitudes, apenas, con un tremendo esfuerzo, se logra asomar la nariz a todo lo que uno quisiera saber.

5. Siempre tener un PLAN “B”. Mientras más nos importe algo, más debemos tener pensados cursos alternativos de acción. Cuando tenemos nuestro Plan “B” podemos comenzar a estar más tranquilos. Caso contrario, cualquier imprevisto, nos tensionará más de lo necesario, nos restará la calma necesaria para pensar de manera global y, si se le ocurre aparecer a Murphy, nos encontrará tan ocupados en los otros inconvenientes que se dará, una vez más, un festín a costa nuestra.

En fin, como Murphy no descansa, es seguro que este texto lo leerán las personas a las que le pudo haber sido útil, cuando ya no lo necesitan, porque lo que se pudo corregir, ya falló.



























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